Sunday, March 30, 2008

 

El FMI redistribuye su poder

El FMI redistribuye su poder

El directorio ejecutivo del Fondo Monetario Internacional dio luz verde a una serie de reformas que otorgarán un papel más importante en la toma de decisiones a aquellos países en vías de desarrollo que forman parte de la institución financiera.
La iniciativa aún debe ser aprobada por todos sus miembros.
Hasta ahora las decisiones en el FMI se toman sobre la base de un sistema de votación que da más poder a las economías más grandes.

"Más flexible"

Sólo Estados Unidos cuenta con el 17% de los votos de los 185 países miembros. El principal impacto de las reformas acordadas en Washington será incrementar el poder de las mayores economías emergentes, tales como India, China y Brasil.
Estos gobiernos creen que en la actualidad el sistema no refleja su creciente influencia en la economía global.
"Estamos creando un sistema más flexible para las cuotas y el poder de voto que implicará más cambios a medida que las posiciones relativas de los países dentro de la economía mundial evolucionan", aseguró el director gerente del FMI, Dominique Strauss-Khan.
Por otro lado, pequeñas economías, predominantemente en Africa, también podrían tener un aumento de su participación en la toma de decisiones.
Los principales países afectados por estos cambios serían el Reino Unido, Francia y Canadá.
Sin embargo, hay otros perdedores que podrían ceder su poder como Rusia y Arabia Saudita. En todo caso, el efecto de estos cambios no será significativo.

El FMI sólo estaría redistribuyendo un 5,4% del poder del voto.

Uno de los grupos de ayuda al desarrollo, Oxfam, afirma que las reformas representan sólo un pequeño cambio en el actual status quo.
Un funcionario de la India afirmó que su gobierno no está muy contento ya que la propuesta se quedó corta en relación a lo que ellos esperaban.
Ahora la decisión debe ser aprobada por todos los miembros del FMI.
En todo caso, durante la aprobación de la iniciativa por parte del directorio hubo oposición de Rusia, Arabia Saudita e Irán, además de algunas abstenciones.
Aún así se cree que hay una alta probabilidad de que estas reformas se materialicen cuando se produzca la aprobación final.

Cortesia BBC MUNDO

Sunday, March 16, 2008

 

La guerra de la que no se habla en la campaña electoral de EEUU

La guerra de la que no se habla en la campaña electoral de EEUU
No hace mucho tiempo se daba por descontado que la guerra de Irak sería el tema central en la campaña presidencial, como lo fue en las elecciones de mitad de período de 2006. Pero prácticamente ha desaparecido, lo que ha generado cierta perplejidad.

No debiera haberla. "The Wall Street Journal" estuvo cerca de acertar en un artículo de primera plana sobre el supermartes, aquel día de múltiples primarias: "Los temas pasan a segundo plano en la campaña 2008 a medida que los electores se enfocan en la personalidad".

Para ponerlo en forma más precisa, los temas dejan de figurar en primer plano, mientras los candidatos y sus agencias de relaciones públicas se centran en la personalidad. Como de costumbre, los temas pueden ser peligrosos. La teoría demócrata progresista sostiene que la población ("marginales ignorantes y entrometidos") debiera ser "espectadora" y no "partícipe" de la acción, como escribió Walter Lippmann.

Los partícipes están conscientes de que ambos partidos políticos están bien a la derecha de la población y que la opinión pública es consistente a través del tiempo, asunto analizado en el útil estudio "La desconexión de la política exterior", de Benjamin Page y Marshall Bouton. Es importante entonces que la atención sea desviada hacia otra parte.

El trabajo concreto del mundo es dominio de un liderazgo iluminado. Y ello se revela más en la práctica que en las palabras. El Presidente Wilson, por ejemplo, sostuvo que se debía empoderar a una elite de caballeros de "altos ideales" para preservar la "estabilidad y la corrección", esencialmente en la perspectiva de los Padres Fundadores (de Estados Unidos). En años más recientes, esos caballeros se han transmutado en la "elite tecnocrática", "intelectuales de acción", los neocons "straussianos" de Bush II y otras configuraciones. Para esta vanguardia, las razones para que Irak sea sacado de la pantalla de radar no debieran ser oscuras.

Fueron convincentemente explicadas por el distinguido historiador Arthur M. Schlensinger, articulando la posición de los "palomas" hace 40 años, cuando la invasión de Estados Unidos a Vietnam estaba en su cuarto año y Washington se preparaba para sumar otros 100 mil efectivos militares a los 175 mil que ya estaban haciendo añicos Vietnam del Sur. Por entonces, la invasión suponía arduos costos, por lo que Schlesinger y otros liberales de la línea Kennedy eran reacios a pasar de halcones a palomas.

En 1966, Schlesinger escribió que "todos oramos" porque los halcones tengan la razón al pensar que el incremento militar del momento podrá "eliminar la resistencia" y, si lo hace, "todos podríamos estar saludando la sabiduría y la capacidad estadista del Gobierno" al obtener la victoria, dejando al mismo tiempo al "trágico país hecho polvo y devastado por los bombardeos, arrasado por el napalm, convertido en una tierra baldía por la defoliación química, una tierra en ruinas", con su "tejido político e institucional" pulverizado. Pero la escalada probablemente no tendrá éxito y resultará demasiado costosa para nosotros, por lo que tal vez habría que repensar la estrategia. A medida que los costos para comenzaron a elevarse severamente, pronto ocurrió que todos habían sido "fuertes opositores a la guerra".

El razonamiento de la elite y las actitudes que lo acompañan conllevan hoy pocos cambios. Y a pesar de que las críticas a la guerra de Irak son mucho mayores y extendidas que en el caso de Vietnam en cualquier etapa comparable, los principios que articuló Schlesinger siguen vigentes. Y él mismo ha tomado una posición muy diferente ante la invasión de Irak. Cuando las bombas comenzaron a caer sobre Bagdad escribió que las políticas de Bush son "alarmantemente similares a la política que aplicó el Japón imperial en Pearl Harbor, en un fecha que, como dijo un anterior Presidente estadounidense, perdurará en la infamia.

Franklin D. Roosevelt tenía razón, pero hoy somos nosotros los que vivimos en la infamia". Que Irak es "una tierra en ruinas" no está en cuestión. Recientemente la agencia británica Oxford Research Business actualizó su estimación de muertes adicionales causadas por la guerra en 1,03 millones, excluyendo a Karbala y Anbar, dos de las peores regiones. Sea correcta esa estimación, o exagerada, según algunos, no hay duda de que el balance es horrendo. Varios millones de personas se encuentran internamente desplazadas.

Gracias a la generosidad de Jordania y Siria, los millones de refugiados que huyen del colapso de Irak, incluyendo a la mayoría profesional, no han sido simplemente exterminados. Pero esa acogida se debilita porque Jordania y Siria no reciben ningún apoyo significativo por parte de los autores de los crímenes en Washington y Londres; la idea de que ellos puedan admitir esas víctimas, más allá de casos puntuales, es demasiado estrafalaria para ser considerada. La guerra sectaria ha devastado a Irak. Bagdad y otras áreas han sido sometidas a una limpieza étnica brutal y dejadas en manos de señores de la guerra y milicias, la primera carta de la actual estrategia de contrainsurgencia desarrollada por el general Petraeus.

Uno de los más informados periodistas que se han adentrado en la chocante tragedia, Nir Rosen, publicó recientemente un epitafio, "La muerte de Irak", en "Current History". Escribe Rosen: "Irak ha sido asesinado, para nunca más levantarse. La ocupación estadounidense ha sido más desastrosa que la de los mongoles, que saquearon Bagdad en el siglo XIII", percepción común de los iraquíes. "Sólo los tontos hablan ahora de ‘soluciones'. No hay solución. La única esperanza es que tal vez el daño pueda limitarse".

Independiente a la catástrofe, Irak sigue siendo un tema marginal en la campaña presidencial. Eso es natural, dado el espectro halcón-paloma de la opinión elitista. Las palomas liberales adhieren a su razonamiento y actitudes tradicionales, rezando por que los halcones tengan la razón, EEUU obtenga una victoria e imponga "estabilidad", palabra código para la subordinación a la voluntad de Washington.

Los halcones son alentados y las palomas silenciadas con entusiastas informes sobre menores bajas tras el incremento de tropas. En diciembre, el Pentágono difundió "buenas noticias" sobre Irak: un estudio mostraba que los iraquíes tienen "opiniones mezcladas", por lo que la reconciliación debería ser posible. Las opiniones eran dos. Primero, que la invasión de EEUU es la causa de la violencia sectaria que ha hecho trizas a Irak. Segundo, que los invasores debieran retirarse.

Unas pocas semanas después del informe del Pentágono, el experto militar en Irak de "The New York Times", Michael R. Gordon, escribió un análisis razonado sobre las opciones respecto a Irak que enfrentan los candidatos presidenciales. Hay una voz que falta en el debate: la de los iraquíes. Más bien, no es digna de mencionar.

Y parece que a nadie le importa. Eso tiene sentido en la habitual presunción tácita de casi todos los discursos sobre política internacional: somos dueños del mundo, ¿qué importa entonces lo que otros piensen? Son "no-personas", por tomar prestado el término usado por el historiador británico Mark Curtis en su trabajo sobre los crímenes imperiales de Gran Bretaña. Por rutina, los estadounidenses se unen a los iraquíes en ser no-personas. Tampoco sus preferencias brindan opciones.
cortesia Agencia NOVOSTI - RUSIA

Sunday, March 02, 2008

 

Ineptitud y despilfarro en Venezuela

Ineptitud y despilfarro en Venezuela

El 14 de febrero pasado, en Sabaneta de Barinas, población natal del presidente venezolano Hugo Chávez, una airada multitud irrumpió en el "Megamercal" y lo saqueó. "Mercal" es la denominación oficial de la red de mercados populares donde el Gobierno de Venezuela ofrece productos de la cesta alimentaria básica a precios subsidiados por los colosales ingresos petroleros de la última década.

Sabaneta hubo de ser tomada por más de 200 efectivos militares para impedir nuevos saqueos. ¿La queja general de los pobladores?: la administración de los centros de distribución gubernamentales está en manos de mafias que, en connivencia con las autoridades, violan los controles de precios, haciéndolos prohibitivos para los empobrecidos lugareños.

"¿Qué rayos tiene el petróleo que envenena?" es la pregunta que muchos indonesios, nigerianos, argelinos, mexicanos, ecuatorianos, iraníes y venezolanos nacidos en el siglo XX se han hecho alguna vez, sin encontrar respuesta. La más feroz paradoja del petroestado, ese arquetipo de país rico, está en su incapacidad para capear las turbulencias que traen consigo las bonanzas, y en su propensión a azotar a sus ciudadanos con una lancinante e irónica calamidad: la pobreza extrema.

Que se registren saqueos en la patria chica de Hugo Chávez es, por ahora, un suceso aislado, pero muy reminiscente de los motivos que, en febrero de 1989, llevaron a las barriadas caraqueñas a entregarse durante tres días al saqueo de frigoríficos y automercados, en una sangrienta jacquerie que arrojó oficialmente 700 muertes. Menos de una semana antes del sabanetazo, la gerencia regional de ventas de coches Audi para Suramérica anunciaba, satisfecha, que desde enero pasado mi país lidera continentalmente las importaciones de sus modelos de lujo al absorber el 22% de las ventas. El modelo predilecto de los boliburgueses -como es llamada aquí la nueva casta de funcionarios y contratistas del Gobierno bolivariano-, es el SUV AudiQ7, cuyo precio es de unos 60.000 euros. Según la cámara venezolano-británica de comercio, el whisky premium representa casi un tercio -84 millones de euros en 2006- de las exportaciones del Reino Unido a Venezuela.

El desabastecimiento de alimentos como la leche, el pollo, el azúcar, los huevos o la harina de maíz precocida ocurre al tiempo que Venezuela atraviesa el boom global de precios del crudo más prolongado en toda la historia de la civilización petrolera. El culpable de toda esta pobreza en medio de la abundancia que abruma a Venezuela quizá no sea más que su condición de petroestado.

Los Estados petroleros no se parecen en nada a los países manufactureros o agrícolas del mundo industrial avanzado o en desarrollo, cuyos productos de exportación no son agotables, ni de propiedad estatal, ni tan estratégicamente importantes, ni tan "intensivos" en capital, ni se ven tan dominados por variables externas, como en el caso del petróleo.

El petroestado recauda ingentes recursos, cierto, pero crea a su vez poderosos e irresistibles incentivos para decidir clientelarmente a la hora de "redistribuir". Con ello, debilita sus propias instituciones y restringe perversamente las políticas públicas disponibles para combatir la pobreza, por ejemplo, o para asegurar educación y asistencia médica gratuitas a su población pobre. Ocurre en los petroestados que todo lo que, por sí solo, ya sería suficientemente malo, se agrava al estar expuestos, además, a una circunstancia inherente a la naturaleza misma del negocio petrolero: los ciclos; la alternancia de los booms y las sequías.

Algunos de los más ricos petroestados son países surgidos de la descolonización que siguió a la Segunda Guerra Mundial, como Indonesia, Nigeria, o Argelia. Otros son repúblicas hispanoamericanas nacidas a principios del siglo XIX, como Venezuela, México y Ecuador. Distintos países, distintas formaciones sociales y económicas, distintas culturas, distintos regímenes políticos... y los mismos males. Las mismas ineptas respuestas con iguales nefastos resultados de endeudamiento y pobreza creciente. Sus gobernantes caen con frecuencia en fase maníaca y dan en exigir poderes especiales "para afrontar mejor" la contingencia feliz de un boom. Gracias a la bonanza, se dice, ahora al fin todo puede hacerse; en consecuencia, todo debe hacerse. Surgen así, sin orden ni concierto, nuevas tareas, nuevas metas, nuevas competencias, nuevas jurisdicciones y ministerios que libran entre ellos sangrientas batallas por el control de los recursos extraordinarios. Son batallas que debilitan aún más el ya débil tejido institucional, favorecen la concentración de poderes, el vacío legal, la discrecionalidad y la corrupción.

La mayoría de los venezolanos acepta que la causa remota del avasallante ascenso al poder de Hugo Chávez, ¡hace ya una década!, fue la grotesca corrupción imperante bajo la primera presidencia de Carlos Andrés Pérez. Fueron aquellos los años de la frenética "Venezuela Saudita" que siguieron al embargo de precios decretado por la OPEP luego de la guerra del Yom Kippur.

Lo más cruel de todo esto es que, a pesar de que el precio del crudo ya roza los 100 dólares por barril, Venezuela sea hoy el país de América Latina donde la pobreza ha crecido más deprisa en la última década. Entre tanto, Chávez se ha convertido en una prodigiosa máquina de fabricar inflación -25%, la más elevada del continente- al estimular la demanda con su desaforado gasto público y restringir la oferta al perseguir al sector productivo privado.

Las cifras que a menudo citan los voceros del Gobierno bolivariano hablan de un descenso de la pobreza que va desde el 54%, en 2003, a un 27,5%, a comienzos de 2007. Impresionantes como puedan lucir estos números, la verdad es que tal "reducción de la pobreza" ocurre sólo en la falaz hoja Excel que Chávez muestra en su programa dominical. La razón es fácil de entender: el producto territorial bruto per cápita, ha crecido, en efecto, casi un 50% durante los últimos cuatro años, pero ello es debido a que el ingreso petrolero se ha triplicado desde entonces. Otras cifras, en cambio, resultan más violentas y evidentes: el porcentaje de bebés nacidos con un peso anormalmente bajo, por ejemplo. Se ha elevado de 8,4% a un 9,1% entre 1999 y 2006; esto es, durante la "era Chávez".

Un crecimiento igualmente descorazonador ha ocurrido con el porcentaje de hogares sin acceso a agua corriente que ha ido de 7,2% a 9,4%, o el porcentaje de familias que viven en chabolas con piso de tierra, triplicado en el mismo periodo. Obtengo estas cifras de un enjundioso trabajo sobre las promesas incumplidas de Chávez, (Foreign Affairs, marzo / abril 2008), elaborado por Francisco Rodríguez, profesor asistente de Economía de Estudios Latinoamericanos en la Wesleyan University.

La fisiología del petroestado explica porqué las "políticas sociales" de Chávez, tan elogiadas por sus valedores extranjeros, se limitan a repartir dinero con sectario criterio clientelar y suma ineficiencia asistencial. Y todo ello al tiempo que el país ha recibido en los últimos nueve años ingresos petroleros superiores a los 270.000 millones de euros. Otra conducta que, aunque parezca absurdo, suele desplegar el petroestado que atraviesa un boom, es acudir al crédito internacional para suplir los déficits que causa su improvidencia. Ocurrió ya en Venezuela durante los booms del pasado y actualmente ocurre de nuevo.

Todo lo anterior luce relevante al pensar que el petroestado populista, venezolano, monstruosamente despilfarrador e inepto y monstruosamente corrupto desde hace décadas, y al que Chávez quiso alguna vez combatir y desmontar tan sólo para heredarlo, sigue con vida.

Quizá mucho más que la ExxonMobil, la oligarquía colombiana y el imperialismo yanqui, el verdadero enemigo que acecha el futuro político de Hugo Chávez sea el petroestado venezolano, incólume en medio del boom que atravesamos -el más sostenido de los últimos 50 años-, con su rutinario caudal de despilfarro, de subsidiada ineptitud, de corrupción y de pobreza.

Cortesia Diario El Pais ESPAÑA

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