Saturday, May 30, 2009

 

Mucho debate sin debate

Mucho debate sin debate
El debate entre tres intelectuales y el presidente de Venezuela, Hugo Chávez, parece haber quedado en suspenso luego de que el mandatario se negara a mantener una discusión de ideas cara a cara solamente con el escritor peruano Mario Vargas Llosa.
Vargas Llosa y sus colegas mexicanos Enrique Krauze y Jorge Castañeda habían manifestado su disposición a debatir con Chávez, pero finalmente decidieron delegar en Vargas Llosa la responsabilidad de enfrentársele en un programa especial maratónico de "Aló Presidente".
Los tres se encuentran en Caracas donde participaron en un foro sobre libertades organizado por el Centro de Divulgación de Conocimiento Económico (CEDICE).
"Compadre, yo estoy en Grandes Ligas y usted en doble A", dijo el mandatario para justificar que para que hubiese el mismo nivel entre él y Vargas Llosa, el escritor tendría primero que ser presidente.
Chávez dijo que esa posibilidad de debatir sólo con el escritor peruano "da lástima".
"La invitación es en el 'Aló Presidente', a las 11 am (del sábado), delante de todo el país. Un debate, entre los invitados de la burguesía venezolana, la derecha venezolana, la contrarrevolución venezolana", señaló Chávez.
Reacción de Vargas Llosa
Tras estos comentarios, Vargas Llosa dijo a la cadena de noticias CNN que entonces era difícil que se llevara a cabo ese debate -que aseguró- él no propuso ni convocó.
"Él jamás propuso seriamente tener un intercambio (...) jamás ha aceptado debatir con nadie, siempre ha sido un monólogo autista", aseguró Vargas Llosa.
"Nosotros estamos para el diálogo, lo que representamos es el diálogo, la racionalidad, deponer las pasiones para hacer política", dijo.
El periodista Roberto Hernández Montoya, una de las figuras principales de un foro paralelo organizado por el gobierno sobre la crisis del capitalismo, dijo que Vargas Llosa y los otros seguían teniendo abierta la invitación, "donde quieran y cuando quieran, a intercambiar ideas".
"Estaría desesperadamente interesado en oír las argumentaciones de los colegas liberales y neoliberales sobre cómo dar fundamentación a su idea de dar prioridad a la idea de la libertad sobre la igualdad en la sociedad", afirmó, por su parte, Héctor Díaz Polanco, sociólogo y antropólogo mexicano.
"Muy interesante"
El mexicano Enrique Krauze había dicho antes de delegar la responsabilidad en Vargas Llosa que "sería muy interesante para la vida del ciudadano venezolano y sano para la vida política de Venezuela ver a su presidente en un debate de ideas, escuchando opiniones de lo demás y no sólo exponiendo las suyas".
El historiador y ensayista, quien recientemente publicó un libro titulado "El poder y el delirio", sobre lo que él llama el fenómeno de la "Hugolatría", dijo que los intelectuales debaten todos los días con sus pares sobre temas de actualidad, con lo que insinuó que no tendría sentido repetir el ejercicio en "Aló Presidente" con algunos de sus colegas.
Por su parte, el ex canciller mexicano Jorge Castañeda admitió que un eventual debate con el jefe del Estado venezolano no sería en "igualdad de condiciones" por el puesto y rango del adversario, pero manifestó que daba la "bienvenida" a la invitación.
Hace unos días el mandatario anunció una edición especial de "Aló Presidente", desde el jueves hasta el domingo, "con algunas interrupciones". Prometió comentarios, canciones, poemas y sorpresas.
En sus dos primeros capítulos hubo una entrega de títulos de propiedad a familias humildes, la inauguración de una planta eléctrica y un homenaje al fallecido escritor uruguayo Mario Benedetti.
Pero el plato fuerte fueron las acusaciones del mandatario contra el presidente del canal de noticias privado Globovisión, Guillermo Zuloaga, y la planta televisiva.
A Zuloaga, quien también tiene intereses en el negocio de venta de vehículos, se le sigue una investigación por supuesto "acaparamiento" y "usura" en el manejo de un lote de carros importados.
También instó a los funcionarios del gobierno a agilizar las acciones en contra de los medios que considera están "envenenando" al país.
"Terrorista"
En el más reciente episodio de una pugna de larga data, el presidente acusó a Globovisión de "terrorista" por informar de un sismo de mediana intensidad en la región central del país antes de que lo hicieran las autoridades nacionales y por insinuar que éstas no estaban alerta.
Esto ocurrió en mayo, y entonces el presidente prometió que acabaría con la situación o dejaría de llamarse Hugo Chávez Frías.
"Diosdado, estoy esperando", dijo, aludiendo al ministro de Obras Públicas, Diosdado Cabello, a quien encargó personalmente de seguir el caso del "loco con el cañón", como llama al director de Globovisión, Alberto Federico Ravell.
Pero Cabello no fue el único regañado. "Señora fiscal, le hago un emplazamiento público para que usted, con sus fiscales, cumpla con su obligación ante el pueblo que para eso están allí. Señora presidenta del Tribunal Supremo de Justicia, con todos los magistrados y tribunales, cumplan con su obligación, que para eso están ahí. Y si no, renuncien, y que gente con coraje asuma", dijo Chávez.
El mandatario advirtió que esperaría por respuesta de estos organismos, pero que si no la obtenía tomaría decisiones personalmente
Cortesia BBC MUNDO REINO UNIDO

Sunday, May 17, 2009

 

Mario Benedetti El poeta del compromiso

Mario Benedetti El poeta del compromiso
Murió Mario Benedetti. El poeta resistente, que vivió el exilio y la enfermedad (un asma pertinaz, obsesiva) le fueron rompiendo, pero él se mantuvo siempre "en defensa de la alegría". Finalmente, una agonía causada por un fallo intestinal, que hizo deprimentes sus últimos días, le rompieron del todo, y murió ayer a los 88 años, en su tierra, Montevideo. Nació en Paso de los Toros, pero esta urbe que parece un microcosmos literario fue el lugar al que volvió siempre, de todos los exilios. Era al final (y esta expresión la acuñó él) un desexiliado. Pero su alma sufrió las heridas de todos los exilios.
Su muerte se produjo semanas después de su última hospitalización por fallos multiorgánicos que al final le cegaron el humor y la vida; pero había empezado a morir mucho antes; hace tres años falleció su mujer, Luz, con la que vivió toda la vida, en la libertad y en el destierro; él creyó siempre que la enfermedad de Luz, que se olvidaba de apagar las luces de la casa, en Madrid, era una simple distracción, e incluso le compró artilugios con los que dominar las consecuencias de su sordera. El poeta del compromiso, del amor y de la alegría, sintió luego que, en efecto, esas ausencias eran debidas a un alzheimer que inundó la casa de desolación y de huida.
Se fue con ella, de nuevo, a Montevideo, y allí la cuidó hasta que finalmente le dejó del todo. Y le dejó malherido. Benedetti tuvo algunos momentos de alegría después, como cuando Hortensia Campanella, su biógrafa última, le entregó el manuscrito en el que se condensa la vida entera del escritor que nos ha dejado. Él ironizó ante tanto papel, y delante de Ariel, su fiel ayudante, dijo: "¿Tanto he hecho?"
Pero su alma estaba herida; seguía escribiendo, poemas, haikus, animado por su editor de poemas, Chus Visor; tenía la casa llena de literatura; en un tiempo él fue política, enteramente, sus poemas estaban al servicio de la rabia que le produjeron las dictaduras del sur, la suya, la uruguaya, que le persiguió a muerte, y la argentina, que fue cómplice de aquella y también quiso matarle. Mató a un amigo suyo, el líder político Zelmar Michelini, y esta muerte fue un símbolo de las muertes que hubo antes y después en la vida acosada de hombres como él. Luz fue su bastón. Y Palma y Cuba y Lima sus lugares de exilio; a los tres les guardó siempre gratitud; fue un gran defensor de la Cuba de Fidel, por eso mismo, pero jamás utilizó esa afinidad para discutir, en los últimos tiempos sobre todo, lo que en esa revolución que él quiso se fue torciendo.
Era un hombre cordial, enteramente, pero era un tímido absoluto. Los que le conocieron en España le recuerda, por ejemplo, en la Feria del Libro de Madrid, puntilloso, anotando con palotes los libros que firmaba; y le recuerdan rechazando el pescado con espinas y en general las tonterías; era un conversador tranquilo; llegaba a los sitios con su maletita marrón gastada, y dentro llevaba siempre poemas o cartas, en esos momentos en que cumplía compromisos parecía a la vez el escolar que fue y también el oficinista.
Su apariencia era la de un juez de paz, pero nunca hubo paz dentro de su alma, ni siquiera cuando se le vio feliz, con sus manos a la espalda, con su mirada desvaída por las lentillas, con su bigote largo e invariable a lo largo de una vida en la tantos se enamoraron al tiempo que recitaban sus poemas o escuchaban las canciones que hicieron con sus versos su paisano Daniel Viglietti y el catalán Joan Manuel Serrat. Con Viglietti tiene una anécdota que se parece a algunas de las que le convertían también en un escolar huidizo al que le asustaba la fama, al tiempo que le agradaba que algunos, ante sus recitales multitudinarios, le dijeran que parecía una estrella de rock.
Hubiera sido incapaz de cantar, pero un día se encontró con Viglietti en París, en un aeropuerto, y Daniel le dijo a Mario: "Estoy haciendo música para sus poemas". "Y yo estoy haciendo poemas". Entonces el poeta se quedó pensando, y añadió, riendo como reía, como para no molestar: "Tenemos que hacer algo con esta casualidad". De esa casualidad nacieron conciertos, libros; eran como dos en la carretera; cuando vimos a Viglietti en Montevideo, en el entierro de Idea Vilariño, a mediados de abril, la gran amiga generacional de Mario, el cantante nos dijo: "Y lo de Mario. Estamos tan mal, y vamos aún a lo peor".
Se apaga la voz de su compañero, pero quedan la voz de las canciones.
Montevideo fue su último sitio, y fue casi el primero. Su largo recorrido por la vida conoció una interrupción terrible, cuando los médicos le detectaron tumores que aconsejaron operación, en el Hospital XII de Octubre de Madrid. Allí le atendió, entre otros, el doctor José Toledo, que le conocía, y todo el mundo se desvivió por él como si no fuera tan solo un enfermo sino un padre, o un hermano, el hombre que había iluminado con sus versos (de amor, de política, de tierra, de aire) la vida de cualquiera. Un día, poseído por el dramatismo al que a veces lo llevó su pesimismo, el que también está en sus poemas, y en sus narraciones, Mario decidió abandonarse.
Como hubiera dicho Idea, que le precedió en la muerte, empezó a decir para qué. Detrás de esa decisión de no seguir hay algunos versos, como estos: "Me he ido quedando sin mis escogidos/ los me dieron vida/aliento/paso/ de soledad con su llamita tenue/ y el olfato para reconocer/ cuánta poesía era de madera/ y crecía en nosotros sin saberlo/ Me he quedado sin proust y sin vallejo/ sin quiroga ni onetti ni pessoa/ ni pavese ni walsh ni paco urondo/ sin eliseo diego sin alberti/ sin felisberto hernández sin neruda/ se fueron despacito en fila india".
En ese clima de desolación en el que lo pusieron la enfermedad y su porvenir Mario descuidó su aspecto, dejó de afeitarse, y alguien le dijo, una madrugada: "Así no puedes estar. Tú eres guapo, un hombre así parece enfermo. Ya no lo estás". Le bastó. Al día siguiente se rasuró del todo, se puso de limpio, y cuando este amigo le visitó otra vez y se hizo el distraído sobre su nuevo aspecto, el viejo poeta revivido le llamó la atención y le dijo:
-¿No te has fijado que hoy sí me afeité?
Era un hombre insobornable, el más comprometido de su tiempo. Su muerte deja en silencio mustio su época, su ejemplo y la raíz de sus versos. Pero los muchos que le cantan no lo dejarán, como él decía del verdadero amor, en lo oscuro.
Cortesia Diario El Pais - ESPAÑA

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