Thursday, April 06, 2006

 

Perú, entre el temor al caos económico y los reclamos sociales.

Perú, entre el temor al caos económico y los reclamos sociales.
Los llaman "pueblos jóvenes". Son las villas miseria de Lima. Desparramados en las laderas de los cerros y semicubiertos por una persistente neblina, recuerdan al visitante que la impresionante expansión de la economía peruana, que el año pasado creció al 6,7 por ciento, todavía es sólo un dato abstracto para la mitad de los habitantes de este país, que no logran salir de la pobreza. Allí viven muchos de los partidarios del dirigente nacionalista Ollanta Humala primero en las encuestas de cara a los comicios presidenciales del domingo próximo, que ha prometido erradicar el modelo económico que llevó a Perú a crecer de manera sostenida en los últimos cinco años, pero que no logró sacar de la exclusión a millones de personas.
Sus promesas de cambios radicales provocan inquietud entre los empresarios e inversores peruanos, alarmados por sus amenazas de revisar contratos, aumentar los impuestos a las grandes empresas y dar mayor participación al Estado en los sectores estratégicos de la economía: el minero y el energético. Los planes de Humala amenazan con poner fin al modelo instalado por el presidente Alberto Fujimori a principios de los años 90, centrado en la estabilidad fiscal, una inflación sostenida, un incremento de las exportaciones y la promoción de inversiones. Perú, tercer productor mundial de cobre y sexto de oro, se vio beneficiado además por los precios récord de estos metales en el nivel internacional. Sin embargo, estos logros macroeconómicos no se tradujeron en un mejor nivel de vida para los peruanos. Según dijo a LA NACION Gianfranco Castagnola, economista de la consultora Apoyo y ex director del Banco Central de Perú, dos factores impidieron que la expansión económica alcanzara a los más necesitados. Por un lado, el crecimiento estuvo liderado por sectores no intensivos en mano de obra, principalmente la minería, que emplea a menos del 1 por ciento de los trabajadores del país. Por otro, dijo Castagnola, el ineficiente Estado peruano no se reformó ni canalizó el crecimiento a las áreas sociales. "En su lugar, los alcaldes se dedicaron a construir monumentos y auditorios en sus pueblos", graficó. Esta situación creó un fuerte hartazgo entre los peruanos más empobrecidos, franja que ahora explota Humala al diferenciarse de la conservadora Lourdes Flores, segunda en las encuestas y que promete mantener el actual esquema económico, aunque con mayor contenido social. Humala la acusa de ser la "candidata de los ricos". El tercero en la carrera electoral, el ex mandatario Alan García, que en 1990 dejó al país en la quiebra, con una inflación de 7600 por ciento anual y un desempleo masivo, se mantiene en una posición intermedia: dice estar abierto a la inversión extranjera, pero promete un Estado regulador de la economía. Un fenómeno que se repite Pese a la incertidumbre que genera su candidatura, el "fenómeno Humala", como se lo llama aquí, no es del todo nuevo. "Tal como pasó con Fujimori y con [el presidente Alejandro] Toledo, los sectores sociales menos favorecidos por el sistema apuestan a un candidato diferente, un outsider", explicó a LA NACION Francisco Eguiguren, analista político y profesor de la Pontificia Universidad Católica del Perú. Eso no evita el nerviosismo entre los inversores ante la posibilidad de un escenario de ruptura en el rumbo económico. Cada ascenso de Humala en las encuestas produjo caídas de la Bolsa de Lima y en la cotización del sol (la moneda peruana), titulares alarmantes sobre eventuales fugas de capitales y la paralización de proyectos de inversión. Los empresarios miran con recelo a un candidato que tiene como modelos al presidente venezolano, Hugo Chávez, y el dictador peruano Juan Velasco Alvarado (1968-1975), recordado por la masiva expropiación de tierras durante su gobierno e impulsor de la nacionalización de los recursos económicos básicos.
Una encuesta de Apoyo realizada el mes pasado entre sus clientes corporativos unas 130 empresas refleja la inquietud que genera Humala. El 97 por ciento de ellos dijo que su llegada al poder sería "negativa" o "muy negativa" para la economía. Un porcentaje similar, en cambio, manifestó que un triunfo de Flores sería "positivo" o "muy positivo". Aunque en menor grado, García también genera nerviosismo: un 73 por ciento calificó de "negativa" o "muy negativa" su eventual victoria. Consultado por LA NACION sobre estos temores, el presidente de la Asociación de Exportadores (ADEX) de Perú, Luis Vega Monteferri, recordó que los empresarios peruanos han enfrentado "situaciones sumamente difíciles, como el terrorismo, y que pese a ello han seguido adelante". Los intereses argentinos La posible llegada de Humala al poder también es vista con atención por las empresas argentinas que tienen inversiones en Perú, entre las que se encuentran Techint, Pluspetrol, Arcor, Molinos, Roemmers y Bagó, según informó a LA NACION la embajada de nuestro país en Lima. Techint y Pluspetrol son miembros del consorcio Transportadora de Gas del Perú (TGP), que opera el gasoducto de Camisea que une el Cusco con Lima y que en las últimas semanas fue blanco de duras críticas, después de haber sufrido la quinta rotura desde que fue inaugurado, en agosto de 2004. El tema incluso se metió en la campaña, cuando Humala advirtió que revisaría el contrato con el consorcio.

Por Dolores Tereso
Diario La Nacion - Argentina

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