Friday, September 14, 2007

 

Explosiones de volumen y la bomba de vacío

Explosiones de volumen y la bomba de vacío

Las explosiones de volumen, y también las explosiones de materia explosiva condensada, son explosiones químicas. Las explosiones de volumen pueden ser de dos tipos: explosión de una nube de polvo y explosión de una nube de vapor (gas).
El efecto de la explosión de volumen ha sido aprovechado para crear municiones denominadas bombas de vacío. Cuando éstas chocan contra un obstáculo, la mezcla que contienen se dispersa produciéndose una nube de aerosol que se hace detonar con un retardo. Se produce una onda de alta presión que aniquila a la fuerza viva del enemigo y penetra fácilmente en lugares inaccesibles para municiones rompedoras.
El Premio Estatal de Ciencia y Tecnología correspondiente a 2002 fue entregado a la serie de trabajos "Generación y propagación de las ondas de detonación en espacio abierto" realizados por un colectivo de investigadores rusos.
Los trabajos tuvieron que ver con los principios físicos de las explosiones de volumen. Similares municiones ya habían sido empleadas en Afganistán y otros lugares. Fueron los periodistas quienes bautizaron esas municiones como "bombas de vacío". En realidad, se trata del siguiente principio físico: en el aire se dispersa una determinada cantidad de combustible formándose una nube de mezcla detonante compuesta de diminutas gotas. Acto seguido se hace detonar la mezcla.
Las primeras explosiones de ese tipo fueron registradas en el siglo XIX cuando había empezado a explotar el gas metano en las minas de carbón. Los científicos procedieron a estudiar el fenómeno de las explosiones de volumen cuando aparecieron explosivos potentes como la nitroglicerina. También influyó mucho la carrera de armamento atómico. Aunque ese armamento funciona a partir de otros niveles de energía, se parece bastante por sus efectos destructores.
Las municiones que hacen explosión de volumen habían sido aprovechadas inicialmente como un medio para abrir paso en campos de minas. No fue un arma destinada a la eliminación de la fuerza viva del enemigo, sino un instrumento para levantar rápidamente las minas. Los zapadores necesitan tiempo para cumplir su trabajo y los barreminas pueden quedar fuera de servicio. Pues la idea era simple: dispersar sobre el campo de minas una mezcla volátil y hacerla estallar. Como resultado, no quedaría una sola mina sin detonar. La idea quedó plasmada en realidad a principios de los setenta. Ya después se supo que también existían otras aplicaciones para ese tipo de explosivos. Por ejemplo, en las zonas donde hay refugios subterráneos...
Pero no vale hacer hincapié sólo en las aplicaciones militares. El estudiar la explosión de volumen permitirá controlarla mejor y aprovecharla en distintos procesos tecnológicos -totalmente pacíficos-, como el reciclaje de los neumáticos usados y la eliminación de los sedimentos de polvo en instalaciones industriales.

Cortesia Agencia NOVOSTI - RUSIA

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